Pródigo en conversiones y rupturas, el derrotero político intelectual de Rodolfo Puiggrós se inicia con una formal educación católica, y luego de una frustrante incursión en la literatura abraza la militancia marxista. Durante sus años en el Partido Comunista se vuelca a la producción historiográfica -organizada alrededor de cuatro ejes: el progreso, la nación, la economía y la lucha de clases- no siempre mirada con simpatía por la dirigencia de dicha organización. En 1946, bajo la acusación de "peronista", fue expulsado del PC y hasta 1955 luchó vanamente, junto a un puñado de disidentes, para desplazar a la cúpula partidaria hegemonizada por Victorio Codovilla. El golpe antiperonista del general Lonardi fue un parteaguas en el dilatado proceso de peronización que recién asume por completo a principios de los 70, aunque sin resignar su convicción marxista. La actividad periodística e intelectual y su protagonismo en sonadas polémicas lo erigieron en un referente del nacionalismo revolucionario. Efímero rector-interventor de la Universidad de Buenos Aires en 1973, el acoso de la derecha peronista y no peronista lo forzó a renunciar y a exiliarse en México. Sus últimos años los consagró a la militancia en la organización Montoneros y a las denuncias de los crímenes de la dictadura.
Olvidado, expulsado, vilipendiado, tal es la extraña y paradójica situación que sufre la figura de Puiggrós desde su ya lejana muerte. Omar Acha declina la comodidad de la canonización o el anatema. Prefiere internarse en el relato de una vida que surcó gran parte de las encrucijadas -no exentas de tragedia- de la Argentina del siglo XX. Una mirada superficial de su itinerario puede juzgar sus virajes como hijos del oportunismo o la vacilación. Con más rigor, esta obra nos habla de una prolongada, por momentos angustiosa, búsqueda por articular "dos deseos condenados a aparearse": la nación y la revolución.